Un día un granjero caminaba por el bosque, cuando de pronto encontró a una gallina perdida al lado del camino, la cual llevó a su casa para mostrárselo a su esposa. Luego de unos días el granjero y su esposa se dieron con la sorpresa que la gallina había puesto un huevo de oro. Ambos se frotaron los ojos, sin creer lo que veían.
- Es cierto, es cierto! - dijeron ambos muy contentos.
- Tenemos una gallina que pone huevos de oro ¡Imagínate lo ricos que seríamos si pone un huevo todos los días! Debemos cuidar y alimentar muy bien a la gallina!
Al día siguiente, sucedió lo mismo, la gallina puso de nuevo un huevo de oro y el granjero y su esposa lo pusieron de inmediato en una cesta para llevarlos a la ciudad y venderlos por un alto precio.
Sin embargo, la avaricia se apoderó de los dos y les hizo creer que dentro del estómago de la gallina habría mucho oro para hacerse muy rico rápidamente.
- ¿Por qué esperar cada día, para que la gallina ponga un huevo de oro? - dijo el granjero.
- Mejor la mato y descubriremos la mina de oro que lleva dentro”.
Y así lo hizo, pero se sorprendió al ver que en el interior de la gallina no encontró ninguna mina de oro.
- ¿Por qué habremos sido tan avariciosos? Ahora nunca llegaremos a ser ricos - Finalizó diciendo el granjero con mucha tristeza a su esposa.
A causa de la avaricia, de querer ser más ricos de una sola vez abriendo a la gallina, perdieron los huevos de oro que día a día la gallina ponía.
Moraleja de la fábula de la gallina de los huevos de oro:
Nunca debemos dejarnos llevar por la codicia y la ambición, destruyendo tontamente lo que la fortuna nos brindó. La avaricia solemente lleva a que uno en sus afán de conseguir grandezas ó dinero, logre poner en peligro no sólo nuestro trabajo sino también nuestra libertad.
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